jueves, 30 de septiembre de 2010

Un hombre de cierta edad vino a la clínica donde trabajo para hacerse curar una herida en la mano. Tenía bastante prisa, y mientras se curaba le pregunté qué era eso tan urgente que tenía que hacer Me dijo que tenía que ir a una residencia de ancianos para desayunar con su mujer que vivía allí. Me contó que llevaba algún tiempo en ese lugar y que tenía un Alzheimer muy avanzado. Mientras acababa de vendar la herida, le pregunté si ella se alarmaría en caso de que él llegara tarde esa mañana y de esa manera
- No. - Me dijo.
- Ella ya no sabe quién soy. Hace ya casi cinco años que no me reconoce
Entonces le pregunté extrañada:
- Y si ya no sabe quién es usted ¿Por qué esa necesidad de estar con ella todas las mañanas?
Me sonrió y dándome una palmadita en la mano me dijo:
- Ella no sabe quién soy yo, pero yo todavía sé muy bien quién es ella
Tuve que conternerme las lágrimas mientras salía y pensé:
Esa es la clase de amor que quiero para mi vida.

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