Dejar ir no es olvidar, o no pensar en ello, o ignorar. No tiene ningún sentimiento de odio, celos, o arrepentimiento. Dejar ir no es ganar o perder. No es acerca de orgullo. Tampoco es estar obsesionado o viviendo en el pasado. No es acerca de perdida y mucho menos derrota. Dejar ir es recordar las memorias, pero superarlo y moverse hacia adelante. Dejar ir es aceptar. Dejar ir es tener el coraje de aceptar el cambio, Dejar ir es crecer.
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